miércoles, 27 de marzo de 2019

El ferrocarril de Panamá y la pérdida de una Nación

La fiebre ferrocarrilera fue un proceso tardío en Colombia. Los tramos que se construyeron a partir de la década de 1870 no configuraron un sistema de transporte nacional interconectado, sino que más bien buscaron conectar algunas zonas de producción de bienes exportables con el mercado internacional. Este esfuerzo se vio reflejado en la construcción de trece líneas férreas entre 1850 y 1910 que unían, en su mayoría, centros de producción de agroexportación con el mercado mundial. La más temprana de todas, The Panama Railroad Co., fue construida en un tiempo récord de 5 años y, a diferencia de la mayoría de las líneas férreas del país, no tenía la intención de conectar núcleos de producción de bienes primarios con el comercio internacional, sino que se diseñó y ejecutó como una ruta de paso entre los océanos Atlántico y Pacífico. Esta empresa fue una de las más rentables de su momento y reflejó, de manera clara, los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos, no sólo frente a América Latina sino frente a sus competidores más fuertes en la región: Francia, Inglaterra y España. La empresa se configuró en uno de los monopolios de transporte más importantes de la época y significó uno de los recursos fiscales más apreciados por el gobierno colombiano.

LA FIEBRE DEL ORO
La expansión territorial de los Estados Unidos y la fiebre del oro generaron incentivos importantes para el capital estadounidense y para el gobierno de este país. Frente a estas necesidades, el gobierno neogranadino firmó en 1846 el Tratado Mallarino-Bidlack con los Estados Unidos, mediante el cual Colombia obtenía la seguridad de neutralidad y el reconocimiento de la soberanía sobre Panamá, a cambio de lo cual, los ciudadanos y el gobierno estadounidenses obtuvieron derechos de tránsito a través del istmo. Uno de los puntos más importantes del Tratado Mallarino-Bidlack era el derecho que se le otorgaba al gobierno de los Estados Unidos para transportar cualquier artículo o mercancía con paso franco por el istmo. En particular, esta cláusula fue muy atractiva para la United States Post Service , pues requería de una vía más segura y eficiente que la alternativa terrestre en su territorio o la difícil ruta del Cabo de Hornos. El 28 de diciembre de 1848 John Stephens, William Aspinwall y Henry Chauncey firmaron un contrato en Washington con Pedro Alcántara Herrán, en nombre del gobierno de José Hilario López, para la construcción de una línea férrea transcontinental, para lo cual se fundó la Panama Railroad Co .
Los cuarteles de construcción se establecieron en la isla de Manzanillo. Rápidamente esta isla vio un proceso acelerado de poblamiento por parte de la compañía, que se reflejó en la construcción de almacenes, casas de juego, barracas y los muelles necesarios para recibir los materiales y el personal requerido. La compañía llamó a este poblado Aspinwall, pero el gobierno colombiano rechazó este nombre y le puso Colón; unos y otros utilizaron durante casi cuarenta años cada uno de los nombres hasta que los Correos de Colombia se negaron a entregar correspondencia dirigida al poblado de Aspinwall y, a partir de 1890, sólo se conoció con el nombre de Colón.

PANAMA RAILROAD CO
La construcción se inició en agosto de 1850 alrededor de Cerro Mono, más adelante llamado Monte Esperanza. No obstante, luego de haber construido 7 millas los ingenieros informaron a los inversionistas que el dinero se había terminado, con una inversión de poco más de un millón de dólares que no llevaba a ningún sitio. Sin embargo, la buena suerte acompañó a la Compañía, pues dos vapores que iban rumbo a California debieron refugiarse del mal tiempo en la bahía y desembarcaron alrededor de mil mineros en la isla Manzanillo y no en la desembocadura del Chagres. Para salir del paso, los ingenieros decidieron cobrar la altísima suma de 50 céntimos por milla y tres dólares por cada 100 libras de equipaje, que para su sorpresa fueron aceptados sin problema.
Esto tuvo un efecto decisivo para la construcción del ferrocarril, pues no sólo se obtuvieron unos ingresos por US$7.000, sino que la noticia disparó las acciones en Nueva York y la obra se pudo continuar sin escasez de recursos. En 1855 las brigadas de construcción que avanzaban desde los dos frentes se encontraron y para finales de enero entró en funcionamiento el primer tren interoceánico y transcontinental de la historia. La extensión total era de 47½ millas. La gran demanda por este ferrocarril lo convirtió, por un tiempo, en el más rentable del mundo, e incluso registró utilidades en 1868 por US$4,3 millones de dólares. A pesar de lo desigual de la concesión que se firmó con Colombia, para el país significó ingresos nada despreciables para las finanzas públicas, convirtiéndolo en uno de los recursos fiscales más importantes de la nación.
El inicio de la operación se dio en un intenso debate sobre el tipo de gobierno adecuado para lo que se llamaría comúnmente como la “zona de tránsito”, la cual era considerada como estratégica para el flujo internacional de hombres y mercancías. El liberal panameño Justo Arosemena propuso, a mediados del siglo XIX, la transformación de Panamá en un estado federal autónomo que fuera guardián de la neutralidad de la ruta; esta propuesta se hizo ley en 1855 y convirtió a Panamá en el primero de los estados soberanos del régimen federal colombiano.

LA TAJADA DE SANDÍA
La mayor señal de alarma sobre la soberanía colombiana en el Istmo, al menos para políticos colombianos como Miguel Samper, entre otros, ocurrió en 1856 y sólo terminaría diplomáticamente en 1869. El hecho, que se conocería como el incidente de la “tajada de sandía”, ocurrió el 15 abril de 1856 cuando poco más de un millar de mineros esperaban en el puerto de Colón el cambio de la marea. Las versiones sobre el suceso son contradictorias y tienden a exagerar los méritos y las culpas de cada uno de los participantes, dependiendo del país de origen de quien los comenta. Lo que sí es claro, es que el ciudadano estadounidense Jack Olivier, en medio de un fuerte estado de embriaguez, acompañado de dos o tres personas, se negó a pagar, al frutero José Manuel Luna, un real, equivalente a diez centavos de dólar, por una tajada de sandía. Luna le reclamó de manera airada por la situación y le exigió al estadounidense el pago de su fruta, frente a lo cual éste último la arrojó al suelo y sacó su revólver. En medio de la discusión, el peruano Miguel Habrahan se inmiscuyó arrebatándole luego de un forcejeo el revólver al estadounidense y huyó al barrio de La Ciénaga. A partir de este momento los sucesos se salieron de control, pues las campanas de la iglesia de La Ciénaga replicaron para llamar a los vecinos a responder por la agresión de los estadounidenses y generaron una serie de disturbios en la zona.

Años
Ingresos
Gastos
Utilidad
Pagos a la Nación
1852
250.162
73.999
176.163
4.403
1853
322.428
113.950
208.478
6.143
1854
453.572
116.542
337.030
5.562
1855
1'099.069
284.156
814.913
14.895
1856
1'360.731
530.249
830.492
27.040
1857
1'305.819
649.302
656.518
27.310
1858
1'506.076
858.589
847.388
27.802
1859
1'925.444
795.748
1'129.696
27.892
1860
1'550.876
702.889
847.987
27.914
1861
1'539.860
611.663
928.197
27.923
1862
1'712.281
729.850
983.331
27.966
1863
2'027.438
829.747
1'197.691
29.498
1864
2'489.222
1'029.769
1'459.453
34.000
1865
2'175.885
1'002.051
1'173.834
38.800
1866
2'424.978
1'208.365
1'216.613
45.700
1867
2'717.393
1'183.785
1'533.607
131.500
1868
3'810.192
1'873.114
1'937.079
250.000
1869
2'299.252
1'501.446
797.811
250.000
1870
1'383.450
1'063.218
320.232
250.000
1871
1'883.885
1'084.000
800.000
250.000

En los incidentes del 15 de abril, los políticos locales, incluido el gobernador encargado Francisco de Fábrega, intentaron disuadir a los manifestantes, pero éstos no sólo no les prestaron atención sino que incluso fueron agredidos por parte de los amotinados que los acusaron de traidores por tomar partido a favor de los extranjeros. Los Estados Unidos procedieron al envío de los barcos de guerra, Independence St. Marys, y desembarcó el 19 de septiembre de 1856 a 160 marines para ocupar durante tres días la estación del ferrocarril. Esta acción, a más de 5 meses de haber ocurrido el incidente, hizo efectiva la cláusula 35 del Tratado Mallarino-Bidlack. La disputa diplomática tardó alrededor de diez años en ser solucionada y al final Colombia debió pagar la injusta suma de US$412.394 y US$142.637 de intereses, amparados en el Protocolo Herrán-Mack de 1857.
En 1867 se firmó una nueva concesión que amplió el término de la misma a 99 años; el pago de un millón de dólares y una anualidad por US$250.000 al gobierno colombiano; además del transporte de tropas, oficiales con equipaje, munición, armamento y otros productos sin cargo por parte de la compañía. Adicionalmente, el nuevo contrato de concesión eliminó la restricción que tenía el país para otorgar privilegios de construcción de carreteras y de un canal en el istmo. A pesar de esta modificación, se permitió una cláusula mediante la cual se protegían los intereses del Ferrocarril, puesto que si el canal se construía en el eje Panamá-Colón, se indemnizaría a la compañía.

LA COMPAÑÍA UNIVERSALDEL CANAL INTEROCEÁNICO
Por esta razón, Ferdinand de Lesseps y otros socios fundaron en París la Société Internationale du Canal Interocéanique (luego Compagnie Universelle du Canal Interocéanique ). En 1879 Lesseps comenzó a acumular importantes cantidades de suministros en Panamá, con un efecto inesperado para la línea férrea al obtener un aumento importante de carga transportada. Sin embargo, los costos de las tarifas de fletes resultaron demasiado altos para la compañía francesa y de Lesseps decidió comprar el 98,41% de las acciones (68.887 de las 70.000 disponibles) de la Panama Rairoad Co . Las acciones se dispararon de unos US$60 por acción a US$291, para un total aproximado de US$25 millones (93 millones de francos), que resultaba más barato que pagar los fletes. La administración francesa realizó mejoras y actualizaciones a la infraestructura, pero también adquirió una importante cantidad de maquinaria innecesaria, incluidas palas de nieve, la construcción de un muelle en la ciudad de Panamá por el escandaloso valor de US$2'220.357, 18 casas de lujo, entre otros bienes, lo que generó una fama de corrupción generalizada.
El final de la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique no pudo ser más triste. Los últimos años de Lesseps estuvieron inmersos en un penoso proceso judicial que terminó con su condena, al igual que la de su hijo Charles. Incluso, Gustave Eiffel también estuvo condenado a dos años por el mismo proceso que se fundamentó en la pérdida financiera que tuvieron los 800.000 ahorradores que habían comprado los bonos de la compañía. Este escándalo financiero llegó a las más altas esferas del gobierno francés, y obligó a la caída del gabinete del presidente Sadi Carnot y afectó la reputación del importante político Georges Clemenceau. Luego de estos penosos sucesos, los liquidadores de la Compagnie Universelle du Canal Interocéaniquelograron, después de un difícil proceso, con los activos remanentes de la Compañía, la constitución de una nueva empresa: Compagnie Nouvelle du Canal.

EL TRATADO HERRÁN-HAYY LA SEPARACIÓN DE PANAMÁ
Simultáneamente, el gobierno de los Estados Unidos seguía insistiendo en la firma de un tratado con Colombia para construir un canal; sin embargo, el gobierno colombiano a lo largo de 1901 dilató constantemente cualquier respuesta y, Marroquín como vicepresidente le hizo una oposición permanente a cualquier iniciativa en este sentido. Actitud que se veía en los Estados Unidos como una muestra de la corrupción reinante en Bogotá. Para acabar de ajustar, el embajador en Washington Carlos Martínez Silva fue retirado por el gobierno debido a su posición política. Su reemplazo fue José Vicente Concha, quien no sólo no hablaba inglés, sino que no había salido del país. Como directriz del canciller Abadía Méndez, Concha exigió al gobierno estadounidense la suma de veinte millones de dólares por rescindir el contrato con los franceses.

Tras el reconocimiento de la independencia de Panamá el gobierno de los Estados Unidos, gracias a la aprobación de la Ley Spooner del 28 de junio de 1902, adquirió en 1904 por US$40 millones de dólares los derechos, privilegios, franquicias, concesiones, cesiones de tierras, derecho de tránsito, obras inconclusas, maquinaria y bienes raíces, que la Compaigne Nouvelle du Canal poseía en Panamá. Además, se firmó el Tratado Buneau Varilla-Hay, mediante el cual se dio vía libre a la construcción del canal en territorio panameño.

Para los Estados Unidos y sus intereses en Panamá, esta situación se hizo más preocupante en la medida que ocurría durante la guerra de los mil días (1899-1902) en Colombia. En medio del conflicto, el Naval War College , en el curso de verano de 1901, practicó un “escenario hipotético” en el Caribe bajo los supuestos que, primero, Alemania había tomado el control de la mayoría de las acciones de la compañía que poseía los derechos de construcción del canal y de manejo del Ferrocarril de Panamá; segundo, que se encontraba en construcción un canal en Nicaragua por parte de los Estados Unidos; y tercero, que una insurrección había estallado en Colombia y los insurgentes habían tomado control de la provincia de Panamá. Los juegos de guerra consistían, entonces, en diseñar las mejores tácticas para evitar la toma de lugares estratégicos para los Estados Unidos, que incluían además de Panamá, a Cuba y a Puerto Rico. Para 1901 la compañía que poseía los derechos de construcción del canal y de manejo del Ferrocarril de Panamá no era alemana sino francesa, que para los efectos era igual y, hacía un par de años había estallado una importante insurrección en Colombia durante la cual “los insurgentes” habían tomado el control de Panamá. De tal manera, los “supuestos” ya estaban ocurriendo cuando se diseñaron estos juegos de guerra. ¿Coin-cidencia?
En enero de 1903, luego de presiones muy fuertes por parte de los Estados Unidos, se firmó el Tratado Herrán-Hay, el cual le concedió a este país el derecho a construir un canal y ocupar temporalmente una faja de terreno de 5 kilómetros de ancho a lado y lado de la línea que ocuparía el canal, a cambio de lo cual Colombia recibiría una compensación de US$10'000.000. El Congreso de los Estados Unidos aprobó en dos meses este tratado, pero el Congreso colombiano lo recibió con una actitud negativa y dilató las discusiones sobre el tema, a pesar de las vehementes reclamaciones que realizaron las autoridades de la ciudad de Panamá. Debido a esta actitud, el embajador estadounidense en Colombia, el señor Baupré, envió una amenazante comunicación al Congreso para instar que se aprobara el tratado o Colombia sufriría las consecuencias.
Bajo la bandera de un nacionalismo a ultranza, tanto Marroquín como Caro se opusieron con éxito a que el Congreso aprobara el tratado. En respuesta, el presidente Roosevelt ordenó al ejército y a la fuerza naval preparar los planes necesarios para evitar que Colombia lograra conjurar la secesión de Panamá, para lo cual se estableció una directiva mediante la cual se haría un bloqueo efectivo sobre las costas del Pacífico y el Caribe colombiano, y se preparan para ocupar los puertos de Cartagena, Santa Marta, Sabanilla y Buenaventura. Por supuesto, las maltrechas tropas colombianas tras la guerra de los mil días y la penosa situación fiscal hicieron imposible emprender cualquier operación para recuperar el territorio panameño, que en términos prácticos era más un territorio insular que parte integral del país. La separación generó una difícil situación diplomática entre los gobiernos colombiano y estadounidense que tardaría muchos años en terminar.
Tras el reconocimiento de la independencia de Panamá el gobierno de los Estados Unidos, gracias a la aprobación de la Ley Spooner del 28 de junio de 1902, adquirió en 1904 por US$40 millones de dólares los derechos, privilegios, franquicias, concesiones, cesiones de tierras, derecho de tránsito, obras inconclusas, maquinaria y bienes raíces, que la Compaigne Nouvelle du Canal poseía en Panamá. Además, se firmó el tratado Buneau Varilla-Hay, mediante el cual se dio vía libre a la construcción del canal en territorio panameño. En mayo de 1904 el presidente Roosevelt creó la Comisión del Canal Ístmico para construirlo, y puso al ferrocarril bajo su jurisdicción. La construcción terminó 10 años más tarde, pero esto hace parte de la historia del nuevo país.

1804: El ingeniero inglés Richard Trevithick inventó la locomotora de vapor en Inglaterra.
1826: Se inició la construcción de la primera línea férrea del mundo entre dos ciudades: Liverpool - Manchester.
1834: El Congreso de la Nueva Granada autorizó al gobierno para construir un camino carretero o de hierro o un canal en el istmo de Panamá.
1836: El gobierno granadino otorgó concesión por cuarenta y cinco años al coronel estadounidense Bidle, para la construcción de un camino ferroviario, pero en 1843 anuló todas las concesiones.
1843: El gobierno neogranadino firmó el Tratado Mallarino-Bidlack con los Estados Unidos, Colombia obtenía la seguridad de neutralidad y el reconocimiento de la soberanía sobre Panamá, el gobierno y los ciudadanos estadounidenses obtuvieron el derecho al libre tránsito.
1846: Tomás Cipriano de Mosquera le concedió privilegios por cuarenta y nueve años a William Aspinwall para construir un ferrocarril en Panamá.
1848: El 1 de diciembre el embajador granadino en Washington, Pedro Alcántara Herrán, firmó con la Compañía del Ferrocarril de Panamá, propiedad de los señores William Aspinwall, Henry Chauncey y John Lloyd, el tratado de construcción del ferrocarril; además los autorizó para mantener una fuerza armada a lo largo de la vía férrea.
1850: Se inició en agosto la construcción del Ferrocarril de Panamá.
1855: El domingo 28 de enero de 1855 se inauguró el Ferrocarril de Panamá con el primer viaje interoceánico entre Chagres y Ciudad de Panamá en la locomotora “Gorgona”. El precio por persona, ida y vuelta, era de cincuenta pesos, muy costoso para la época.
1855: Se convirtió Panamá en el primero de los Estados soberanos del régimen federal colombiano.
1880: Se iniciaron los trabajos del canal de Panamá a cargo del conde francés Ferdinand Marie de Lesseps, quién había dirigido los trabajos en el canal del Suez en Egipto.
1903: 22 de enero se firmó el Tratado Herrán-Hay, entre Colombia y Estados Unidos con el objeto de promover la construcción de un canal transoceánico que uniese el océano Atlántico y el océano Pacífico por el istmo de Panamá.
1903: 3 de noviembre Panamá proclamó su independencia.
1914: 6 de abril se firmó el Tratado Urrutia-Thompson, que normalizó las relaciones entre Colombia y Estados Unidos luego de la separación de Panamá.
1914: 15 de agosto se culminó la construcción del Canal de Panamá.
2000: 15 de febrero Panama Canal Railway Companyoficialmente dio inicio a la histórica reconstrucción del Ferrocarril de Panamá.

BIBLIOGRAFÍA
  • Correa, Juan Santiago. “Inversión extranjera y construcción de ferrocarriles en Colombia: The Panama Railroad Co. (1850-1903)”. História Econômica & História de Empresas, Revista de la Associação Brasileira de Pesquisadores em História Econômica (ABPHE), vol. XII, n°. 1 (jan-jun, 2009): 131-170.
  • Díaz Espino, O. How Wall Street created a nation: J. P. Morgan, Teddy Roosevelt, and the Panama Canal. New York, Four Walls Eight Windows, 2001.
  • Lemaitre, E. Panamá y su separación de Colombia. Recuperado el 26 de junio de 2008, de Blaa Digital: Biblioteca virtual: www.lablaa.org/blaavirtual/historia/panam/indice.htm , 2007.
  • McGuinness, A. Path of the empire: Panama and the California Gold Rush. Ithaca, Cornell Press, 2008.
  • Pérez Ángel, Gustavo. Nos dejó el tren: la historia de los ferrocarriles colombianos y los orígenes del subdesarrollo. Ediciones Cisnecolor, Bogotá, 2007.

Autor: Correa Restrepo, Juan Santiago

Sobre el autor. Juan Santiago Correa Restrepo es economista, Universidad Externado de Colombia; magíster en historia, Universidad Javeriana; PhD (C) en sociología jurídica e instituciones políticas, Externado de Colombia. Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Historia. Director de Investigación del Colegio de Estudios Superiores de Administración, CESA.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Los últimos derechos de Colombia en el Canal de Panamá

El libro que presentamos a la satisfacción de sus presuntos y afortunados estudiosos, muestra documentadamente el cúmulo de errores en que incurrieron los gobernantes de esa época. y las felonías de quienes propiciaron la separación. Por ejemplo, el no haber prestado atención a la actuación del Ministro Plenipotenciario en Washington, Doctor Carlos Martínez Silva, cuyos informes nunca fueron contestados, acaso ni siquiera leídos, no obstante la importancia que tenía el hecho de que Colombia hubiera tomado una posición en el debate que enfrentaba a partidarios de tomar a Nicaragua como base del canal y quienes preferían el Istmo de Panamá para su construcción. 

Roberto Peña-García

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miércoles, 13 de marzo de 2019

Un cambio en la educación

La educación, como acción transformadora de lo establecido, para que Todos podamos crear e innovar..

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martes, 12 de marzo de 2019

Historia y conciencia de clase - Georg Lukács

En un viejo escrito autobiográfico (1933), he definido la primera etapa de mi evolución como mi camino hacia Marx. Los ensayos reunidos en el presente libro caracterizan mis verdaderos años de aprendizaje del marxismo. Al recoger y publicar aquí los documentos más importantes de ese período (de 1918 a 19 W) quiero subrayar precisamente su carácter de intentos, sin atribuirles en modo alguno un significado actual en la lucha presente por un marxismo auténtico.
Esta puntualización es un imperativo de honradez intelectual si se tiene en cuenta toda la incertidumbre que hoy existe acerca de cuál es el que debemos considerar como núcleo fundamental, y método permanente del marxismo.
Por otro lado, cualquier esfuerzo para captar correctamente la esencia del marxismo puede tener una importancia documental, a condición de que se logre mantener una actitud suficientemente critica, tanto con relación a esos esfuerzos como con respecto a la situación actual.
Por consiguiente, los ensayos de este libro no ilustran sólo los momentos de mi evolución personal, sino que muestran al propio tiempo las etapas de un camino más general: etapas que, una vez que se haya adoptado la suficiente distancia critica, no carecen de significado también para comprender la situación actual y superarla.

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