miércoles, 13 de julio de 2016

Pensamientos de Simón Rodríguez

  • "Entre los que vemos con desdén, hay muchísimos que serían mejores que nosotros, si hubieran tenido escuela."
  • "Sin educación popular no habrá verdadera sociedad."
  • "El dogma de la vida social es estar continuamente haciendo la sociedad, sin esperanzas de acabarla. Porque con cada hombre que nace hay que emprender el mismo trabajo, ha acabado su educación no quiere decir que ya no tenga que aprender sino que se le han dado los medios e indicado los modos de seguir aprendiendo."
  • "No hay peor mal, que el que hace, bajo las apariencias del bien."
  • "La ignorancia produce las disputas y la malicia las eterniza."
  • "Bueno es que el hombre tenga, pero primero pan que otra cosa."
  • "Generalícese la instrucción en la infancia y habrá luces y virtudes sociales."
  • "Sociedad significa, unión íntima. República significa, conveniencia general. Y General significa lo que conviene a todos."
  • "Los pueblos no pueden dejar de haber aprendido; ni dejar de sentir que son fuertes. Poco falta para que se vulgarice, entre ellos, el principio motor de todas las acciones, que es la siguiente: La fuerza material está en la MASA y la fuerza moral está en el MOVIMIENTO. Lo podemos aplicar dialécticamente, hoy en día, de la siguiente manera: Conciencia, Organización y Movilización.”
  • “Hasta para arrancar un cabello, es necesario razonar, pensar, pues.”
  • “En la Venezuela del presente las masas no son autómatas como antes, se han convertido en Pueblo.”
  • "La América está llamada (si los que la gobiernan lo entienden) a ser el modelo de la buena sociedad, sin más trabajo que adaptar. Todo está hecho (en Europa especialmente). Tomen lo bueno –dejen lo malo– imiten con juicio, y porque les falte inventen."


(Extraído de: Simón Rodríguez, Ed. Ministerio de Comunicación e Informaciones, Caracas, Venezuela)  

sábado, 9 de julio de 2016

Juana Azurduy: Revolucionaria independentista

La miliciana revolucionaria Juana Azurduy, fue una de las líderes de la antigua Republiqueta de La Laguna junto a su esposo Manuel Ascencio Padilla, en las batallas por la emancipación en el Virreinato del Río de la Plata (gobernación de Buenos Aires) en el siglo XIX.


Ambos luchadores se sumaron a la Revolución de Chuquisaca que el 25 de mayo de 1809 destituyó al presidente de la Real Audiencia de Charcas que integraba a los territorios del virreinato instaurado por la corona española.
Durante la lucha por la emancipación, estuvo al mando de Antonio González Balcarce y luego del General Manuel Belgrano, cuando enviaron expediciones a Buenos Aires y combatieron a los realistas defendiendo la zonas de Chuquisaca y las selvas que abarcaban Santa Cruz de la Sierra. Juana no claudicó en batalla, antes de morir, combatió embarazada de su quinta hija.
En 1811, Azurduy y Ascencio sufren la derrota del Ejército del Norte en la Batalla de Guaqui, los realistas comandados por José Manuel de Goyeneche, tomaron el Alto Perú, y arrebataron los ganados y propiedades de Padilla, fueron detenidos Juana y sus hijos, pero logró rescatarlos y se refugiaron en las alturas de Tarabuco, zona selvática.


Los combatientes continuaron la lucha independentista y en 1813 se pusieron al mando de Belgrano, nuevo jefe del Ejército Auxiliar del Norte, para batallar con más de 100 mil milicianos en Vicalpugio. Posteriormente, Juana Azurduy organizó el "Batallón Leales" que participó en la Batalla de Ayohuma el 9 de noviembre de 1813, que significó el retiro de los ejércitos argentinos del Alto Perú.
Mientras Padilla organizó milicianos en guerrilla para combatir contra los comandos realistas, Juana lideró la guerrilla que atacó el cerro de Potosí el 8 de marzo de 1816. Este triunfo, aunado a la victoria en el Combate del Villar, la hizo artífice de la revolución, y obtiene el rango de Teniente coronel por un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El 14 de noviembre de 1816 fue herida en la Batalla de La Laguna, su marido acudió a rescatarla y en el intento fue herido de muerte. Azurduy se cobijó en la pobreza tras la muerte de sus cuatro hijos, y en 1825 El Libertador Simón Bolívar la visitó y la ascendió a Coronel, grado que incluyó una pensión.
Murió en 1862 a los 82 años de edad, con el legado de independencia. Su restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje en la ciudad de Sucre, en Bolivia.
En 2009, la presidenta Cristina Fernández, la ascendió al grado de general, la primera mujer en ingresar al Ejército argentino.


Fuente: Telesur

El destino de toda cosa en el universo es convertirse en Literatura

Y al fin y al cabo, creo yo, el destino de toda cosa en el universo, tal vez incluso el universo mismo, sea convertirse en Literatura. Todo hecho que no se pierde de la memoria, se vuelve Historia o Novela, y finalmente la Historia se lee como Novela, cuando ha pasado mucho tiempo y ya los nombres y las situaciones carecen de significación afectiva para nosotros.


Todo es, o será, Literatura, o por lo menos todo es, o será, leído. O al menos escrito. Por ejemplo, Napoleón. ¿Qué diferencia hay, para nosotros, ahora, que haya existido en la vida real o que no haya existido? Hoy Napoleón es una entrada en mi diccionario enciclopédico, por la letra N, y otra por la B. También es para mí una novela de Joseph Roth, llamada Los cien días, y que trata de Napoleón; y una letra N con dos ramitas de laurel, impresas en un puente de París (si la memoria no me es infiel) y en una botella de cognac.
En la etiqueta, creo. Mi apellido será una entrada en el diccionario o no será nada, que lo mismo da, cuando se haya perdido su memoria en la mente de las personas. Quiero decir: no importa que me falle la memoria, o que me engañe, inventándome cosas o, peor, deformándome cosas. Lo que importa es que lo que yo escribo sea Literatura, es decir, que si alguna vez alguien lo lee, lo encuentre interesante, o entretenido. No es preciso que sea Historia, porque tarde o temprano, la Historia también se leerá como Novela. Pero eso ya lo dije.

Mario Levrero
El alma de Gardel
Fuente: Calle del Orco

La Risa

«Yo tengo la idea de que cuando un hombre ríe, la mayoría de las veces es una cosa que repugna contemplar. La risa manifiesta de ordinario en las personas un no sé qué de vulgar y de envilecedor, aunque el que ríe casi nunca sepa nada de la impresión que está produciendo. Lo ignora, lo mismo que se ignora por lo general la cara que se tiene durmiendo. Hay durmientes que cuyo rostro sigue pareciendo inteligente, y otros, inteligentes por lo demás, que, al dormirse, adquieren un rostro estúpido y hasta ridículo. Ignoro a qué se debe eso: quiero decir solamente que el reidor, como el durmiente, lo más ordinario es que no sepa nada de su rostro. Hay una multitud extraordinaria de hombres que no saben reír en absoluto. 


En realidad, no se trata de saber: es un don que no se adquiere. O bien, para adquirirlo, es preciso rehacer la propia educación, hacerse mejor y triunfar de sus malos instintos: entonces la risa de un hombre así podría muy probablemente mejorarse. Hay una gente a la que su risa traiciona: uno se da cuenta en seguida de lo que llevan en las entrañas. Incluso una risa indiscutiblemente inteligente es a veces repulsiva. La risa exige ante todo franqueza, pero ¿dónde encontrar franqueza entre los hombres? La risa exige bondad, y la gente ríe la mayoría de las veces malignamente. La risa franca y sin maldad, es la alegría: ¿dónde encontrar la alegría en nuestra época y dónde encontrar a la gente que sepa estar alegre? (…) La alegría de un hombre es su rasgo más revelador, juntamente con los pies y las manos. Hay caracteres que uno no llega a penetrar, pero un día ese hombre estalla en una risa bien franca, y he aquí de golpe todo su carácter desplegado delante de uno. Tan sólo las personas que gozan del desarrollo más elevado y más feliz pueden tener una alegría comunicativa, es decir, irresistible y buena. 
No quiero hablar del desarrollo intelectual, sino del carácter, del conjunto del hombre. Por eso si quieren ustedes estudiar a un hombre y conocer su alma, no presten atención a la forma que tenga de callarse, de hablar, de llorar, o a la forma en que se conmueva por las más nobles ideas. Miradlo más bien cuando ríe. Si ríe bien, es que es bueno. Y observad con atención todos los matices: hace falta por ejemplo que su risa no os parezca idiota en ningún caso, por alegre e ingenua que sea. 

En cuanto notéis el menor rasgo de estupidez en su risa, seguramente es que ese hombre es de espíritu limitado, aunque esté hormigueando de ideas. Si su risa no es idiota, pero el hombre, al reír, os ha parecido de pronto ridículo, aunque no sea más que un poquitín, sabed que ese hombre no posee el verdadero respeto de sí mismo o por lo menos no lo posee perfectamente. En fin, si esa risa, por comunicativa que sea, os parece sin embargo vulgar, sabed que ese hombre tiene una naturaleza vulgar, que todo lo que hayáis observado en él de noble y de elevado era o contrahecho y ficticio o tomado a préstamo inconscientemente, y de manera fatal tomará un mal camino más tarde, se ocupará de cosas “provechosas” y rechazará sin piedad sus ideas generosas como errores y tonterías de la juventud.
No inserto sin intención aquí esta larga parrafada sobre la risa, sacrificándole la coherencia al relato; la considero como una de las más serias conclusiones que yo haya extraído de la vida. (…) No comprendo más que una cosa: que la risa es la prueba más segura de un alma. Mirad a un niño; ciertos niños saben reír a la perfección, y por eso son irresistibles. Un niño que llora me resulta odioso, pero el que ríe y se alegra es un rayo del paraíso, una revelación del porvenir en el que el hombre llegará a ser, por fin, tan puro e ingenuo como un niño.»

Fiódor Dostoievski
El Adolescente
Fuente: Calle del Orco

lunes, 4 de julio de 2016

Identidad

¿Cuál es tu identidad? ¿Con que careta te despiertas todos los días? ¿Quién eres? Buscando un ideal, sin máscaras...

La identidad (como en "documento de identidad") es un conjunto articulado de rasgos específicos de un individuo o de un grupo: hombre, 36 años, argentino, 1,69 m de altura, 70 Kg. de peso, cabellos castaños, ateo, educador, casado…
La identidad constituye también un sistema de símbolos y de valores que permite afrontar diferentes situaciones cotidianas. Opera como un filtro que ayuda a decodificarlas, a comprenderlas para que después funcione. Esto explica que frente a tal situación, un individuo, con sus valores y su modo de pensar, de sentir y de actuar reaccionará probablemente de una manera definida.

Para esto se cuenta con un repertorio de formas de pensar, de sentir y de actuar que, en un momento dado, se puede combinar. Este repertorio está en constante recreación.