jueves, 10 de noviembre de 2022

Nicolás Guillén - Martí

¡Ah, no penséis que su voz
es un suspiro! Que tiene
manos de sombra, y que es
su mirada lenta gota
lunar temblando de frío
sobre una rosa.

Su voz
abre la piedra, y sus manos
parten el hierro. Sus ojos
llegan ardiendo a los bosques
nocturnos; los negros bosques.
Tocadle: Veréis que os quema.
Dadle la mano: Veréis
su mano abierta en que cabe
Cuba como un encendido
tomeguín de alas seguras
en la tormenta. Miradlo:
Veréis que su luz os ciega.
Pero seguidlo en la noche:
¡Oh, por qué claros caminos
su luz en la noche os lleva!

Nicolás Guillén fue un escritor y activista nacido en la ciudad de Camagüey, Cuba, el 10 de julio del año 1902 y fallecido en La Habana el 16 de julio de 1989. Probablemente heredó su vocación por el periodismo de su padre, a quien perdió en plena adolescencia, desgracia que acarreó una situación económica muy delicada para su familia. Tanto su madre como sus hermanos eran personas con un alto grado de instrucción, por lo cual la adversidad no pudo atacar ese aspecto tan fundamental para un hombre de letras. Ya a los 18 años de edad editó sus primeros versos a través de varias revistas de interés cultural. Poco tiempo más tarde compuso un poemario denominado "Cerebro y corazón", el cual debió esperar más de cincuenta años para ser publicado. Como muchos otros poetas, se aventuró al estudio de la carrera de Derecho; sin embargo, no se encontró a gusto con el sistema educativo, e interrumpió definitivamente la cursada, plasmando en una obra su decepcionante experiencia como universitario.
Dentro de su legado poético, existen más de dos decenas de libros, publicados principalmente a lo largo de la segunda mitad del siglo XX; algunos de ellos son "Negro Bembón" y "Poemas de amor".

Fuente: https://www.poemas-del-alma.com/nicolas-guillen.htm


jueves, 24 de marzo de 2022

24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

¿Por qué la dictadura militar argentina y la apropiación de menores inspiraron "El cuento de la criada" de Margaret Atwood?

La novela (y exitosa serie de Paramount+) de la escritora canadiense se basó en los partos clandestinos a partir del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Ante un nuevo aniversario por el Día de la Memoria, los escritores Carlos Gamerro y Cecilia Fanti reflexionan sobre las narrativas argentinas del horror y la tortura.

“La realidad supera la ficción”. O, dicho de otra forma, la historia argentina a partir del 24 de marzo de 1976 superó a la (ciencia) ficción más distópica y horrorosa. Lo dijo, con otras palabras, pero en igual sentido, Margaret Atwood, autora de El cuento de la criada. 

Cuando en 2018 la serie de Paramount+ El cuento de la criada se alzó con cinco estatuillas Emmy convirtiéndose en un suceso global, la escritora canadiense nominada al premio Nobel (y con credenciales como ser Presidenta del PEN Club) así lo declaraba: su famosa novela, publicada en 1985, había sido inspirada por la dictadura militar argentina. Hoy, a 47 años del golpe cívico militar, los escritores Carlos Gamerro y Cecilia Fanti conversan con Página/12 sobre cómo la narrativa y la memoria argentina se relacionan entre sí.

"La división entre los derechos de la mujer y los derechos humanos es una falsa dicotomía. Una de mis fuentes para The Handmaid 's Tale (El cuento de la criada) fue la Argentina bajo el gobierno de los Generales (sic). Tantas mujeres asesinadas y sus hijos robados", expresó Atwood en su cuenta twitter en ese entonces.

Para quienes no están familiarizados ni con la novela original ni con la serie (producida por la misma Atwood), El cuento de la criada transcurre durante el presente o en un futuro cercano. Allí se relata un golpe militar que suprime los derechos de las mujeres. Las "criadas" son jóvenes y fértiles a las que se considera un objeto y cuyo valor reside en su capacidad para engendrar vida, todo bajo un sistema de esclavitud y violación sistemática.


¿El cuento de la criada, ficción y realidad argentinas?

De manera singular, Margaret Atwood ha construido una bibliografía en la que supo mirar al pasado para comprender el presente. Es una autora que sabe observar a los tiempos y a la realidad política como un todo. En 2005 tomó La Odisea, el clásico de la mitología griega y la reversionó en clave feminista con el título de Penélope y las doce criadas. 

Si en aquella experiencia hizo del pasado (en forma de mito), una lectura feminista actual; en el caso de El cuento de la criada abrevó del presente, del aquí y ahora más descarnado y brutal: los embarazos, robos de bebés y torturas en los centros clandestinos de detención durante la dictadura, para transformar todo aquello en un relato de ciencia ficción y horror.

Como si el terror, o lo que apenas se puede imaginar, expresar o escribir, sólo fuese narrable a través de un género, la ciencia ficción. Que trata mayormente sobre lo que aún no aconteció. La paradoja es que, por supuesto, esto ya había sucedido en nuestro país. "Como en los regímenes totalitarios —o, de hecho, en cualquier sociedad radicalmente jerarquizada—, la clase gobernante monopoliza todo lo que tenga algún valor, la élite del régimen se las arregla para repartirse las hembras fértiles como criadas", explica Atwood al comienzo de su novela. 

O como bien observa el escritor y ensayista Elvio Gandolfo en su ensayo El libro de los géneros recargados, “la ciencia ficción no es el género que niega lo real... sino el que se nutre de ella. Es el relato de lo que tal vez ‘podría pasar’”. 

La dictadura militar argentina o cómo narrar el horror

“Es interesante —sostiene Carlos Gamerro, autor de El nacimiento de la literatura argentina y otros ensayos, Las Islas y La jaula de los onas, entre otros— que Atwood, para escribir la ficción distópica El Cuento de la Criada utiliza la realidad, lo que ya sucedió: el robo de bebés en la dictadura argentina. Y eso lleva a una reflexión no muy halagadora y es que la Argentina alimentó el registro mítico de muchos de los horrores del siglo 20.

Al decir “mítico” no me refiero a falso o ficcional, sino a aquellos hechos históricos que tienen tal potencia que se convierten en emblemáticos. Por ejemplo la figura del desaparecido, que en cualquier lugar del mundo, su significado es el significado que tiene para Argentina y que se le dio aquí". 

"De esta manera —prosigue el autor de La aventura de los bustos de Eva— se ha recurrido al terror, al policial o a la ciencia ficción, para tratar los temas más recalcitrantes, increíbles o espantosos de nuestra historia. Como si el realismo tradicional no bastara para tratar los horrores de la última dictadura. Juan José Saer, por citar sólo un ejemplo, lo hace en La pesquisa y a través de un género como el policial. 

También Mariana Enriquez en los últimos tiempos lo realiza a través del terror. En Argentina tenemos muchos antecedentes, como el poema de Hilario Ascasubi, 'Isidora, la federala y mazorquera', cargado de terror gótico. Y aún, por ejemplo, con el realismo exacerbado del El Matadero de Esteban Echeverría, no termina de alcanzar: fue necesario, para volver creíble lo increíble de la dictadura, recurrir al género de lo sobrenatural. Al fin y al cabo, acaso con Macbeth de William Shakespeare, el terror político y terror sobrenatural, hayan nacido juntos''.

Cecilia Fanti: Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como narrativa propia

Para Cecilia Fanti traductora y autora de las novelas La chica del milagro y A esta hora de la noche, “autores como Margaret Atwood o Kurt Vonnegut desde la ciencia ficción nos alertan sobre esos bordes, esos mundos en los que se inspiraron y proyectaron su literatura. 

La literatura explica lo que dentro de la realidad no podemos entender. Y tal vez si habláramos hoy con un pre-adolescente que no sabe lo que ocurrió en la última dictadura militar argentina, y le contáramos todo ese horror, bien nos podría decir algo como ‘Uy, igual que la serie El cuento de la criada’".

Continúa Fanti: “A la vez hay que destacar que nosotros tuvimos una narrativa propia. No recurrimos, dicho esto entre paréntesis y no como crítica, a la ciencia ficción, porque hubo unas Madres y una Abuelas de Plaza de Mayo reclamando la aparición con vida. Y contamos con los testimonios del Juicio a las Juntas Militares, con la Carta Abierta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh. O más acá en el tiempo con películas como Los Rubios de Albertina Carri, la novela Aparecida de Marta Dillon, Diario de una princesa montonera de Mariana Eva Pérez y tantos otros más. 

"Al fin y al cabo, la apropiación de menores, el robo de bebes durante la dictadura, no tiene tanto que ver con el orden de lo inenarrable sino, aún peor, con lo inverosímil. Es como decir ‘esto no pudo haber pasado’. Y se consiguió, luchó y logró esa narrativa (que es una narrativa de lo real) sin importar que fuese ficción o no. 

Quiero decir: desde Canadá, Margaret Atwood pudo encapsular la historia argentina reciente en una ciencia ficción extraordinaria y distópica. Y nosotros, desde la cercanía, lo alcanzamos con la imagen de estas mujeres de pañuelo blanco. Marchando, reclamando con valentía por sus hijos y nietos, portando sus fotos. Esa es toda una narrativa”.

Fuente: Página 12