miércoles, 15 de noviembre de 2023

Francisco Paco Urondo: Fragmentos del largo poema Adolescer (1965-1967)

 (…)

VII
(…)
Hay quienes han profesado
la adolescencia y han muerto, y hay
quienes la profesan y siguen
viviendo, agonizando
de una juventud ridícula: payadores
que pasean por las mismas calles que uno
ha besado para poder
gritar de indignación, pero nada más
que gritar cuando el sonido
no arrastra la rabia
ni la decae; se desentiende
de la furia, levanta los hombros
y se aleja. Hay quienes crecen
de golpe, se agrandan y su corazón
es débil, como las aguas
traicionadas de este país sin inocencia, y sigue
adolesciendo
hasta el día de la muerte. Esta
tierra que pisamos, sufre
por un tamaño, por su edad
que le han impuesto sin que nadie
atinara a defenderla. Las muertes
prematuras, las eternas
juventudes, la madurez compulsiva,
destituyen el destino, ablandan
la sangre ofuscada y temerosa.

(…)

(…)”Nuestra
base de operaciones debe ser la audacia
y el terror –amenaza Sarmiento a los chupandinos--: el miedo
es una enfermedad endémica
en este pueblo”

(…)

Cuánta larva, cuánta lombriz
está devorando
nuestro cadáver.  Sólo hay desdicha y esa
propiedad de apropiarse –-el pobre es odioso
aun al amigo, pero muchos son los que aman
al rico—que siempre
acecha a todo corazón traidor
que rendirse no quisiera, que mmuere,
de  impaciencia por andar degollando a esos palafreneros
que sacan a los presidentes de un brazo (…)

Caminaba por esas mismas calles. Los he visto: eran
traidores, eran débiles. De tanto adolescer (…)

*Véase Obra poética, Adriana Hidalgo Editora.



miércoles, 4 de octubre de 2023

Carina V. Kaplan: La justicia afectiva en la escuela como horizonte

La escuela es un escenario privilegiado para la construcción de lazos de pertenencia toda vez que se erige como lugar habitable, sin distinción.

Es el espacio simbólico donde prima la promesa de un nosotros que rompe con la instantaneidad de la individualización.

En este lúcido ensayo la autora reflexiona sobre la importancia de que la escuela se constituya en soporte emocional, en el contexto de una pedagogía del trauma. Destaca el carácter socialmente construido de los estados afectivos y la capacidad de la escuela de fabricar una cultura emocional al servicio de la solidaridad y la fraternidad.

La utopía de la justicia escolar opera como contrapeso simbólico frente a la desigualdad que se evidencia en las sociedades que vivimos. La institución escolar es un territorio simbólico de esperanza, cuyo horizonte es la igualación. La experiencia de escolarización inédita que toca transitar a partir de la irrupción de la pandemia mundial por el virus Sars-CoV2 nos conduce a la pregunta por las oportunidades que tiene la escuela para transformarse en un espacio intergeneracional de tramitación individual y colectiva del sufrimiento social. Incluso la postpandemia necesitará mecanismos y prácticas pedagógicas a fin de generar las condiciones que ayuden a elaborar la emotividad cargada de dolor social.

Es preciso asumir que todas y todos estamos profundamente conmovidos por la experiencia de trauma social. Esta pandemia nos fuerza a comprender e intervenir en la afectación socio-subjetiva de los procesos de escolarización, superando la tradicional escisión entre las culturas académica y afectiva. Tal vez ha llegado el tiempo de rebasar la dicotomía entre la construcción del conocimiento disciplinar y la de la afectividad. De hecho, la producción del currículum y las formas de socialización se estructuran a través de circuitos afectivos que trazan horizontes de posibilidad.

Texto: (click)

CARINA V. KAPLAN: Titular de Sociología de la Educación en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de La Plata

miércoles, 12 de julio de 2023

17 cuentos de Juan Rulfo

 

La narrativa de Juan Rulfo es descrita por muchos como una obra breve pero maravillosa. El escritor mexicano desplegó su talento literario en solo tres publicaciones: El llano en llamas (1953), Pedro Páramo (1955) y El gallo de oro (1980). En efecto, su obra lo consagró como uno de los grandes maestros del relato hispanoamericano del siglo XX.


A continuación, compartimos con ustedes 17 cuentos sustanciales de uno de los escritores más importantes de nuestro continente:

Cuentos:

Acuérdate

Anacleto Morones

Diles que no me maten

El día del derrumbe

El hombre

El llano en llamas

En la madrugada

Es que somos muy pobres

La cuesta de las comadres

La herencia de Matilde Arcángel

La noche que lo dejaron solo

Luvina

Macario

No oyes ladrar los perros

Nos han dado la tierra

Paso del Norte

Talpa

Fuente: Colegio de Periodistas de Lima

viernes, 7 de abril de 2023

Educación y Memoria en Argentina

 El binomio “educación y memoria” que nos convoca en este seminario internacional1 se ha traducido en Argentina en una fuerte relación con el pasado reciente, y particularmente con la última dictadura militar. Por ello, me propongo compartir con ustedes una serie de reflexiones e indagaciones en torno a tres campos: las narrativas de la memoria, las normativas educativas, y las prácticas escolares y docentes en relación con la historia argentina reciente. 

Así, en primer lugar, presentaré un breve panorama de las diversas interpretaciones que se han construido para explicar la última dictadura en Argentina, con el propósito de señalar un complejo panorama de “memorias en conflicto”, pero también la fuerza que ha tenido una de ellas: la “narrativa del Nunca más”. En segundo lugar, indicaré cómo el “deber de memoria” se trasladó al campo educativo, analizando algunas de las normativas emanadas para tal fin, con la intención de destacar los vínculos entre los contenidos escolares y las narrativas de la memoria. En tercer lugar, presentaré un panorama de los saberes y prácticas escolares y docentes relacionados con la transmisión de la historia argentina reciente para señalar cómo las narrativas y normativas son leídas y traducidas en el ámbito escolar. Finalmente, presentaré un panorama de tensiones y posibilidades que se ha abierto en torno al tratamiento de la historia argentina reciente en la escuela del país, así como los desafíos que tenemos por delante.

Mi propósito principal es compartir los desafíos que el vínculo “educación y memoria” supone para la escuela, el nivel secundario, la enseñanza de la historia y los profesores de esa disciplina en particular.

González, M. P. (2014). Educación y memoria en Argentina.

Libro electrónico de acceso libre disponible en: (click)

viernes, 24 de marzo de 2023

La dictadura argentina y el rock: enemigos íntimos

Resonancias vol. 18, n°34, enero-junio 2014, pp. 69-87.

Tener un enemigo y defenderte de él te hace funcionar el bocho.
Charly García

Durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983) el rock nacional argentino llegó a ocupar un lugar –antes ocupado por el rock anglo– que aún mantiene. Este crecimiento acelerado tuvo una relación directa con el accionar de la censura y el discurso militar que se basaba en la lucha contra un supuesto “enemigo”. Lo interesante radica en que el primer enemigo creado por la junta militar era el “joven”, que por su adicción al rock –se decía– se convertiría en subversivo, por lo cual el rock fue perseguido por la censura. Sin embargo, al declarar la guerra contra Inglaterra en 1982, surgió otro enemigo. El régimen entendió que necesitaba el apoyo de los jóvenes, por lo que de ser enemigos pasaron a ser convocados a colaborar con el régimen cediéndoseles espacios públicos para persuadir a la población, a través de su música, a apoyar la guerra. Sí bien el régimen parecía tener claro que la música cumplía una función social y política importante, no contó con que, lejos de apoyar la guerra y el discurso épico de los militares, el rock nacional usaría ese mismo escenario para resistir, disentir y expresar su solidaridad con los rockeros y ciudadanos ingleses.

Texto completo: (click)


jueves, 10 de noviembre de 2022

Nicolás Guillén - Martí

¡Ah, no penséis que su voz
es un suspiro! Que tiene
manos de sombra, y que es
su mirada lenta gota
lunar temblando de frío
sobre una rosa.

Su voz
abre la piedra, y sus manos
parten el hierro. Sus ojos
llegan ardiendo a los bosques
nocturnos; los negros bosques.
Tocadle: Veréis que os quema.
Dadle la mano: Veréis
su mano abierta en que cabe
Cuba como un encendido
tomeguín de alas seguras
en la tormenta. Miradlo:
Veréis que su luz os ciega.
Pero seguidlo en la noche:
¡Oh, por qué claros caminos
su luz en la noche os lleva!

Nicolás Guillén fue un escritor y activista nacido en la ciudad de Camagüey, Cuba, el 10 de julio del año 1902 y fallecido en La Habana el 16 de julio de 1989. Probablemente heredó su vocación por el periodismo de su padre, a quien perdió en plena adolescencia, desgracia que acarreó una situación económica muy delicada para su familia. Tanto su madre como sus hermanos eran personas con un alto grado de instrucción, por lo cual la adversidad no pudo atacar ese aspecto tan fundamental para un hombre de letras. Ya a los 18 años de edad editó sus primeros versos a través de varias revistas de interés cultural. Poco tiempo más tarde compuso un poemario denominado "Cerebro y corazón", el cual debió esperar más de cincuenta años para ser publicado. Como muchos otros poetas, se aventuró al estudio de la carrera de Derecho; sin embargo, no se encontró a gusto con el sistema educativo, e interrumpió definitivamente la cursada, plasmando en una obra su decepcionante experiencia como universitario.
Dentro de su legado poético, existen más de dos decenas de libros, publicados principalmente a lo largo de la segunda mitad del siglo XX; algunos de ellos son "Negro Bembón" y "Poemas de amor".

Fuente: https://www.poemas-del-alma.com/nicolas-guillen.htm


jueves, 24 de marzo de 2022

24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

¿Por qué la dictadura militar argentina y la apropiación de menores inspiraron "El cuento de la criada" de Margaret Atwood?

La novela (y exitosa serie de Paramount+) de la escritora canadiense se basó en los partos clandestinos a partir del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Ante un nuevo aniversario por el Día de la Memoria, los escritores Carlos Gamerro y Cecilia Fanti reflexionan sobre las narrativas argentinas del horror y la tortura.

“La realidad supera la ficción”. O, dicho de otra forma, la historia argentina a partir del 24 de marzo de 1976 superó a la (ciencia) ficción más distópica y horrorosa. Lo dijo, con otras palabras, pero en igual sentido, Margaret Atwood, autora de El cuento de la criada. 

Cuando en 2018 la serie de Paramount+ El cuento de la criada se alzó con cinco estatuillas Emmy convirtiéndose en un suceso global, la escritora canadiense nominada al premio Nobel (y con credenciales como ser Presidenta del PEN Club) así lo declaraba: su famosa novela, publicada en 1985, había sido inspirada por la dictadura militar argentina. Hoy, a 47 años del golpe cívico militar, los escritores Carlos Gamerro y Cecilia Fanti conversan con Página/12 sobre cómo la narrativa y la memoria argentina se relacionan entre sí.

"La división entre los derechos de la mujer y los derechos humanos es una falsa dicotomía. Una de mis fuentes para The Handmaid 's Tale (El cuento de la criada) fue la Argentina bajo el gobierno de los Generales (sic). Tantas mujeres asesinadas y sus hijos robados", expresó Atwood en su cuenta twitter en ese entonces.

Para quienes no están familiarizados ni con la novela original ni con la serie (producida por la misma Atwood), El cuento de la criada transcurre durante el presente o en un futuro cercano. Allí se relata un golpe militar que suprime los derechos de las mujeres. Las "criadas" son jóvenes y fértiles a las que se considera un objeto y cuyo valor reside en su capacidad para engendrar vida, todo bajo un sistema de esclavitud y violación sistemática.


¿El cuento de la criada, ficción y realidad argentinas?

De manera singular, Margaret Atwood ha construido una bibliografía en la que supo mirar al pasado para comprender el presente. Es una autora que sabe observar a los tiempos y a la realidad política como un todo. En 2005 tomó La Odisea, el clásico de la mitología griega y la reversionó en clave feminista con el título de Penélope y las doce criadas. 

Si en aquella experiencia hizo del pasado (en forma de mito), una lectura feminista actual; en el caso de El cuento de la criada abrevó del presente, del aquí y ahora más descarnado y brutal: los embarazos, robos de bebés y torturas en los centros clandestinos de detención durante la dictadura, para transformar todo aquello en un relato de ciencia ficción y horror.

Como si el terror, o lo que apenas se puede imaginar, expresar o escribir, sólo fuese narrable a través de un género, la ciencia ficción. Que trata mayormente sobre lo que aún no aconteció. La paradoja es que, por supuesto, esto ya había sucedido en nuestro país. "Como en los regímenes totalitarios —o, de hecho, en cualquier sociedad radicalmente jerarquizada—, la clase gobernante monopoliza todo lo que tenga algún valor, la élite del régimen se las arregla para repartirse las hembras fértiles como criadas", explica Atwood al comienzo de su novela. 

O como bien observa el escritor y ensayista Elvio Gandolfo en su ensayo El libro de los géneros recargados, “la ciencia ficción no es el género que niega lo real... sino el que se nutre de ella. Es el relato de lo que tal vez ‘podría pasar’”. 

La dictadura militar argentina o cómo narrar el horror

“Es interesante —sostiene Carlos Gamerro, autor de El nacimiento de la literatura argentina y otros ensayos, Las Islas y La jaula de los onas, entre otros— que Atwood, para escribir la ficción distópica El Cuento de la Criada utiliza la realidad, lo que ya sucedió: el robo de bebés en la dictadura argentina. Y eso lleva a una reflexión no muy halagadora y es que la Argentina alimentó el registro mítico de muchos de los horrores del siglo 20.

Al decir “mítico” no me refiero a falso o ficcional, sino a aquellos hechos históricos que tienen tal potencia que se convierten en emblemáticos. Por ejemplo la figura del desaparecido, que en cualquier lugar del mundo, su significado es el significado que tiene para Argentina y que se le dio aquí". 

"De esta manera —prosigue el autor de La aventura de los bustos de Eva— se ha recurrido al terror, al policial o a la ciencia ficción, para tratar los temas más recalcitrantes, increíbles o espantosos de nuestra historia. Como si el realismo tradicional no bastara para tratar los horrores de la última dictadura. Juan José Saer, por citar sólo un ejemplo, lo hace en La pesquisa y a través de un género como el policial. 

También Mariana Enriquez en los últimos tiempos lo realiza a través del terror. En Argentina tenemos muchos antecedentes, como el poema de Hilario Ascasubi, 'Isidora, la federala y mazorquera', cargado de terror gótico. Y aún, por ejemplo, con el realismo exacerbado del El Matadero de Esteban Echeverría, no termina de alcanzar: fue necesario, para volver creíble lo increíble de la dictadura, recurrir al género de lo sobrenatural. Al fin y al cabo, acaso con Macbeth de William Shakespeare, el terror político y terror sobrenatural, hayan nacido juntos''.

Cecilia Fanti: Madres y Abuelas de Plaza de Mayo como narrativa propia

Para Cecilia Fanti traductora y autora de las novelas La chica del milagro y A esta hora de la noche, “autores como Margaret Atwood o Kurt Vonnegut desde la ciencia ficción nos alertan sobre esos bordes, esos mundos en los que se inspiraron y proyectaron su literatura. 

La literatura explica lo que dentro de la realidad no podemos entender. Y tal vez si habláramos hoy con un pre-adolescente que no sabe lo que ocurrió en la última dictadura militar argentina, y le contáramos todo ese horror, bien nos podría decir algo como ‘Uy, igual que la serie El cuento de la criada’".

Continúa Fanti: “A la vez hay que destacar que nosotros tuvimos una narrativa propia. No recurrimos, dicho esto entre paréntesis y no como crítica, a la ciencia ficción, porque hubo unas Madres y una Abuelas de Plaza de Mayo reclamando la aparición con vida. Y contamos con los testimonios del Juicio a las Juntas Militares, con la Carta Abierta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh. O más acá en el tiempo con películas como Los Rubios de Albertina Carri, la novela Aparecida de Marta Dillon, Diario de una princesa montonera de Mariana Eva Pérez y tantos otros más. 

"Al fin y al cabo, la apropiación de menores, el robo de bebes durante la dictadura, no tiene tanto que ver con el orden de lo inenarrable sino, aún peor, con lo inverosímil. Es como decir ‘esto no pudo haber pasado’. Y se consiguió, luchó y logró esa narrativa (que es una narrativa de lo real) sin importar que fuese ficción o no. 

Quiero decir: desde Canadá, Margaret Atwood pudo encapsular la historia argentina reciente en una ciencia ficción extraordinaria y distópica. Y nosotros, desde la cercanía, lo alcanzamos con la imagen de estas mujeres de pañuelo blanco. Marchando, reclamando con valentía por sus hijos y nietos, portando sus fotos. Esa es toda una narrativa”.

Fuente: Página 12

lunes, 4 de octubre de 2021

Ideas estéticas y literarias de Carlos Marx

Por Mario Goloboff 

Es sabido: dos de los autores más citados por Carlos Marx en todos sus escritos son Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare. Menos difundido, pero igualmente conocido, es que manejaba casi todas las lenguas europeas, que releía con fruición a los clásicos griegos (una vez por año leía a Esquilo en su original griego), y que recitaba de memoria para su familia y amigos largos pasajes de La divina comedia, así como versos de Heine y de Goethe. Fuera del alemán, sus preferidos eran el poeta escocés Robert Burns, Walter Scott y Honorato de Balzac, y alguna vez se propuso que, terminadas sus obras económicas, escribiría un trabajo crítico sobre La comedia humana. Cuenta su hija menor, Eleanor: “A mí, y a mis hermanas antes, me leyó todo Homero, todo los Nibelungen LiedGudrunDon QuijoteLas mil y una noches, etc. Shakespeare era la Biblia de nuestra casa, siempre en boca de alguien y en manos de todos. Cuando cumplí seis años me sabía de memoria todas las escenas de Shakespeare”.


Estos eran, entre otros muy calificados, sus gustos personales, explicables por su inteligencia, su formación, su época. A ellos se sumaron opiniones, ya en un plano teórico, que los convalidaron, e inclinaron el fiel de la balanza hacia el clasicismo, la representación de la realidad en la obra de arte, el espejo correspondiente. No era difícil (ni necesario) deducir del conjunto una estética marxista, pero así se hizo. Omitiendo, olvidando, desviando algún concepto contradictorio. Tal, entre otros, el enigma que recorre su obra y que él jamás pudo resolver (ni otros marxistas): “La dificultad no es la de comprender que el arte griego y la epopeya están vinculados a ciertas formas del desarrollo social, sino que ellos nos procuran todavía un placer estético y que, desde muchos ángulos, representan para nosotros una norma, hasta un modelo inaccesible” (Grundisse, 1857: los planos o borradores de lo que iba a ser El Capital).

Por gustos también personales, por pereza mental, por escasa formación de buena parte de sus seguidores, se consagró sin más el realismo y la representación veraz de lo real como doctrina oficial, refrendados por ciertas páginas de Vladimir Ilich Lenin sobre León Tolstoi y por otras de teóricos estimados, como Gueorgui Plejánov, con su exploración del “equivalente social” en arte y en literatura. Para culminar viendo en la obra, aspectos múltiples de la vida económica y social expresados en un particular lenguaje. No se exploró, más bien se desechó, para hacerlo, la relación que podía existir entre esa estética que se desarrollaba como marxista, basada en un comportamiento humano específico, y las teorías y el pensamiento, no sólo estéticos, de Carlos Marx.

Sin embargo las ideas centrales de Marx que están en sus primeros textos de juventud (Manuscritos, de 1844), que recorren de modo permanente toda su obra, y que fundarían una nueva estética, son su concepción del hombre como trabajador y transformador de la realidad en medio del conjunto de la sociedad y sujeto a las relaciones que ella impone, exteriorizando, objetivando, manifestando en esa producción su propio ser, su situación de creación y, a la vez, de enajenación. Son esa concepción del hombre, de la historia y de la sociedad las que fundarían y constituirían los principios de una estética. Es ya en los Manuscritos donde para él el arte --como todo trabajo-- manifiesta la necesidad del hombre de objetivarse y, con ello, las de sus fuerzas primordiales, creadoras.

Esto abre la posibilidad de ver en el arte, dentro del todo de su concepción que muchos teóricos llaman “práctico productiva”, su carácter de actividad práctica y creadora. “El arte se presenta en esta concepción --explica Adolfo Sánchez Vázquez-- como una forma de actividad práctica, de la producción de objetos, y, en este sentido, se elaciona con el trabajo en cuanto que éste --como libre juego de las fuerzas espirituales y físicas del hombre-- pone de manifiesto cierto contenido estético. Se relaciona asimismo con el trabajo en cuanto producción de un nuevo objeto en el que se proyectan o expresan fuerzas esenciales humanas, y se pone de manifiesto un principio creador. La relación con el trabajo se manifiesta, en tercer lugar, en cuanto que, gracias a él, el hombre ha perfeccionado su capacidad de dominar la materia para imprimirle la forma adecuada a una función o necesidad humana, y ha podido elevarse así --sobre la base de la división social del trabajo-- a una actividad específica --el arte-- destinada a satisfacer la necesidad estética de imprimir a una materia la forma adecuada para expresar cierto contenido espiritual. El arte ha surgido, pues, sobre la base del trabajo humano y del desarrollo del principio estético o creador que ya se daba en él”.

¿Hasta qué punto es comprensible que de estas ideas naciera una estética del realismo como la que surgió? ¿Una estética cuyo fundamento era la teoría del reflejo, que vinculaba directamente un estilo de creación con los intereses de clase; en fin, que consagraba en arte (una actividad creadora) un método de creación o un estilo entre los muchos posibles, como la única expresión artística de izquierda? ¿O, para decirlo en términos más cercanos al marxismo, por qué designar e indicar una praxis artística determinada, convertida en la única posible para expresar los “contenidos” anticapitalistas y revolucionarios?

Como era natural que ocurriera en los países socialistas, y obviamente en los otros, esta concepción del arte como reflejo o representación verídica de la realidad tuvo más consecuencias en el plano teórico que en la práctica artística misma, la que siguió los caminos que la propia historia del arte iba encontrando cualesquiera fuesen las normas que la doctrina quisiera imponerle. Además, se hacía evidente que, considerados a la luz del pensamiento marxista el arte y la literatura, como actividades libres y creadoras, la estética no podía ser estrecha, uniforme, coercitiva. Afortunadamente, por encima y en contra de tales posiciones (estar en contra de estas ideas, numerosas veces costaba la vida) se alzaron creadores de talla (Maiakovsky, Picasso, Bertold Brecht y muchos otros, así como en América latina Juan Rulfo, José Lezama Lima, Juan Carlos Onetti, nuestro Julio Cortázar) y no era gente a la que podía silenciarse.

La práctica artística se impuso sobre las teorías y enseñó, en su propio hacer, los principios de la libertad creadora y la esencia del arte de la creación: “...no se copia jamás la naturaleza --sostuvo Pablo Picasso--, no se la imita tampoco, se permite que unos objetos imaginados revistan apariencias reales. No se trata de partir de la pintura para llegar a la naturaleza: es de la naturaleza a la pintura que hay que ir. Hay pintores que transforman el sol en una mancha amarilla, pero hay otros que, gracias a su arte y a su inteligencia, transforman una mancha amarilla en sol”.

 * Mario Goloboff es escritor y docente universitario. 

sábado, 11 de septiembre de 2021

Salvador Allende - Asamblea Naciones Unidas (1972)

 El discurso de Salvador Allende en la ONU, recibido de pie y con aplausos al estadista chileno, reconocido como liderazgo a nivel mundial.




miércoles, 8 de septiembre de 2021

Día de la Alfabetización - Eduardo Galeano

 Sergipe, norte de Brasil: Paulo Freire inicia una nueva jornada de grabajo con su grupo de campesinos muy pobres, que se están alfabetizando.

- ¿Cómo estás, Joao?

Joao calla. Estruja su sombrero. Largo silencio, y por fin dice:

- No puedo dormir. Toda la noche sin pegar los ojos.

Más palabras no le salen de la boca, hasta que murmura:

- Ayer yo escribí mi nombre por primera vez.


*En la actualidad, un total de 11 millones de brasileños mayores de 15 años son analfabetos, según los datos correspondientes a 2019 divulgados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).