Un millón de muertos
puso el pueblo en la revolución mexicana, en diez años de guerra,
para que finalmente los jefes militares se apoderen de las mejores
tierras y de los mejores negocios. Los oficiales de la revolución
comparten el poder y la gloria con los doctores desplumadores de
indios y los políticos de alquiler, brillantes oradores de banquete,
que llaman a Obregón el Lenin mexicano. En el camino de la
reconciliación nacional, toda discrepancia se supera mediante
contratos de obras públicas, concesiones de tierras o favores a
bolsillo abierto. Álvaro Obregón, el presidente, define su estilo
de gobierno con una frase que hará escuela en México:
- No hay general que
resista un cañonazo de cincuenta mil pesos.
Eduardo Galeano
Fuente: http://www.filosofiaaquiyahora.com.ar
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