En otra de las indecorosas apariciones del lenguaraz presidencial se informó sobre el plan sistemático de persecución penal que se implementará sobre la docencia.
Por Darío Balvidares
En ocasión del paro nacional
docente y con el don de oportunismo procaz que suele utilizar el lenguaraz presidencial,
que no es más que un amplificador del pensamiento adoctrinador del señor
presidente, desde su espacio de vocería, anuncia enviar un proyecto de ley “para
modificar los artículos 11 y 126 de la Ley de Educación Nacional con el
objetivo de penar el adoctrinamiento en las escuelas. Además de esto, el
ministerio de capital humano se va a encargar de poner a disposición un canal
para que los padres y alumnos puedan denunciar el adoctrinamiento y la
actividad política que no respete la libertad de expresión. En definitiva, van
a poder denunciar cuando sientan que no se respete su derecho a educarse…”,
para luego hablar de que los “entristece ver contenidos en las aulas o actos
escolares teñidos con militancia ideológica…” y hacer una difusa referencia
sobre una supuesta actividad en un colegio, que habría ofendido a “familias,
estudiantes y veteranos de Malvinas…”. A renglón seguido, criticó el paro
docente y consideró que es un instrumento de los sindicalistas “para negociar
sus privilegios”. Mientras el lenguaraz ponía en palabras el
pensamiento de la pedagogía opresora del señor presidente, las fuerzas de
(in)seguridad, reprimían, con la cobardía e impunidad que las caracteriza, las
protestas de docentes y jubiladxs en la plaza del Congreso como se puede
apreciar aquí.
Tenemos muchas discrepancias y
hemos sido muy críticos de la Ley Nacional de Educación (LEN) por seguir los
lineamientos impuestos por los organismos internacionales, que son los que
pusieron en crisis al sistema educativo en cuanto a su carácter público y
gratuito, puesto que permeabilizó la intromisión de las llamadas organizaciones
de la sociedad civil (ong y fundaciones empresariales) que promueven los
dispositivos de endoprivatización del sistema; por ejemplo, la voucherización
como implementa este gobierno, o los cursos de capacitación a cargo de
fundaciones, como los del milmillonario Sunny Varkey, con su marca
ideológica de mercado y su sesgo neoliberal.
Es por eso que la misma ley puede
ser aprovechada como insumo por las derechas en general y las ultras derechas
en particular, con reformas para penalizar, que es el dispositivo para el cual
siempre invierten los gobiernos que enarbolan el pensamiento hegemónico como
una verdad revelada por las “fuerzas del cielo”.
En este caso proponen la
modificación de los artículos 11 y 126 de la LEN. Interesante, porque también,
para la entrega de vouchers, como lo hemos desarrollado en un artículo
anterior, la ministra Sandra Pettovello había realizado una “libertaria”
interpretación del inciso “e” del mismo artículo 11, donde dice: “…garantizar
la inclusión educativa a través de políticas universales y de estrategias
pedagógicas y de asignación de recursos que otorguen prioridad a los sectores
más desfavorecidos de la sociedad…”, la ministra a través de la resolución
61/2024, considera que “los sectores más desfavorecidos de la sociedad”
pertenecen a la clase media que envía sus hijxs a la educación privada. De
manera que quienes aumentaron las cuotas desmedidamente gracias a la liberación
de los aranceles que realizó el señor presidente, no solo se siguen
beneficiando por los subsidios estatales (subsidio a la oferta), sino que
podrán sostener su matrícula gracias al subsidio a la demanda (voucher). Estas
son las variables que permiten al mercado educativo sostenerse con los dineros
del Estado (el de todos), en detrimento de la educación pública a la que se le
niegan las recomposiciones salariales y las partidas provinciales con el cínico
enunciado: “no hay plata”.
Es así que cuando los reclamos
emergen, la respuesta es la represión, los malos tratos, la persecución, la
penalización y la descalificación libertaria. El fascismo puede tener muchos y
variopintos ropajes, pero la esencia es la misma en todas partes.
Modificar el artículo 11 de la
LEN implica suprimir, alterar o agregar algún inciso o eliminar el artículo
completo y remplazarlo por otro. Dicho artículo es un título de la ley: “Los
fines y objetivos de la política educativa nacional son…” y tiene 23 incisos,
que orientan el conocimiento; la formación; la sexualidad; el saber científico;
las distintas manifestaciones del arte y la cultura; la participación
democrática, la garantía de los derechos de niñxs y adolescentes; la
eliminación de todas formas de discriminación; entre otros fines y objetivos.
En tanto que el artículo 126, se
circunscribe a “Los/as alumnos/as tienen derecho a…” y lo completan 10 incisos,
que se refieren a los derechos a la educación igualitaria; libertad de
conciencia; protección física, psicológica o moral; al apoyo económico, social,
cultural y pedagógico; integrar centros, asociaciones y clubes de estudiantes;
la participación en la decisión de proyectos; desarrollar sus aprendizajes en
edificios que respondan a normas de seguridad y salubridad, con instalaciones y
equipamiento que aseguren la calidad del servicio educativo; entre otros
derechos, que por cierto algunos son dudosos, porque donde está el derecho del
alumnx está el de deber del Estado; por ejemplo la infraestructura
escolar para el desarrollo de los aprendizajes, es decir, el estado paupérrimo
de algunos edificios escolares niega el enunciado de ese derecho.
Elegimos textualizar estos
incisos de ambos artículos por encontrar que son significativos en cuanto a los
fines de la política educativa y los derechos del estudiantado, sin embargo,
así como la ministra Pettovello hizo la libertaria interpretación del inciso
“e” del actual artículo 11, es muy probable que en las modificaciones que vaya
a proponer el señor presidente a ambos artículos, se agreguen en los
fines de la política educativa la “penalización docente” y que entre los
derechos que expone el artículo 126, encontremos el derecho a “denunciar” a
docentes que sean sospechados de no tener la “imparcialidad” del discurso
hegemónico enarbolado por el señor presidente, algunos de sus
funcionarios, incluidos diputadxs, senadorxs y el lenguaraz informante,
en consecuencia lxs docentes podrán ser acusadxs de “adoctrinar” a sus alumnxs.
No parece suficiente usar a las
fuerzas de (in)seguridad para reprimir a quienes se manifiestan por una
jubilación que sea igual a la canasta familiar o a lxs docentes, que en la
conmemoración de los 17 años del impune asesinato de Carlos Fuentealba,
salieron a reclamar por las paritarias y el Fondo Nacional de Incentivo Docente
para la recomposición justa de sus deprimidos salarios, producto tanto de
políticas precarizadoras de orden histórico como de la doctrina del shock
depredador aplicada por este gobierno empobrecedor compulsivo.
Declarar a la docencia como
enemiga, si es que no rinde pleitesía a los designios del “señor presidente”,
va en línea con las políticas de exterminio tan valoradas por él, como la
“gesta” genocida del, todavía “monumentado” general Julio A. Roca.
Todo gesto presidencial, aunque
no lo parezca, es pedagógico, quiero decir, es performativo, genera efectos,
construye conductas.
Cuando el señor presidente,
en ocasión de su “clase magistral” ante lxs estudiantes del colegio Cardenal
Copello, donde él estudió, les dice: “… dejar de darle pescado a la gente
y enseñarle a pescar…”, lo que luego traduce como “… enseñarles a ser
individuos, enseñarles a ser libres…”, asocia la libertad al hambre y en el
mismo ademán a la ruptura de la solidaridad social. Ese hecho lingüístico es
performativo, genera un efecto en las conductas, en este caso es más
complicado, porque se enuncia como una sentencia acabada en sí misma y es la
palabra presidencial. Eso es adoctrinamiento.
En cambio, un docente
aprovecharía la misma sentencia para provocar el debate con sus alumnxs sobre
el individualismo y la solidaridad para, incluso desde allí, problematizar los
conceptos de egoísmo y altruismo o los principios de cooperación asociados al
aprendizaje.
Esta segunda actividad genera
conocimiento y moviliza conductas, frente a la palabra presidencial que genera
parálisis y obediencia, no pensamiento, adoctrinamiento, una forma conductual
de la concepción bancaria de la educación. Pero este tema ya lo analizamos en
profundidad en otro artículo.
La cuestión parece ser que la
docencia es el nuevo enemigo interno, seguramente siguiendo las enseñanzas de
Julio A. Roca, como bien lo dijo el señor presidente, sobre su ídolo
militar vernáculo; así como su veneración por la imperialista, asesina
británica, Margaret Thatcher, que cuando le preguntaron en una entrevista por
el hundimiento del crucero General Belgrano, que navegaba fuera del área de
exclusión y fue torpedeado por el submarino inglés Conqueror por orden directa
de ella, contestó que “lo haría otra vez”.
¿Cómo daría ese tema a sus alumnos,
señor presidente?
Es obvio que no lo daría, como en
el discurso que realizó el 2 de abril en la Plaza San Martin de la Ciudad de
Buenos Aires, donde Malvinas estuvo ausente, el proceso colonial estuvo
ausente, los conscriptos muertos, estuvieron ausentes, estuvo presente “el gran
general Julio Argentino Roca”, a quien designó como “el padre de la Argentina
moderna” y su visión patafísica de la economía y la política.
Al principio me pareció extraño
que, con la Fuerzas Armadas presentes en el acto, el señor presidente no
hiciera una referencia a la “patria”, siendo que tampoco hubo alusión al “Padre
de la patria”, el general José de San Martín; después entendí, que en la lógica
mileiniana la patria no existe, porque todo es mercado.
Veamos, en el discurso tampoco
aparece respecto de Malvinas la dialéctica imperialismo – colonialismo, por esa
misma noción de mercado que la obtura. Dice el señor presidente: “… no existe
soberanía sin prosperidad económica y como muestra toda la evidencia empírica,
no existe prosperidad económica, sin libertad económica, justamente los
presidentes de la llamada generación del 80, no hicieron otra cosa que lo que
nosotros proponemos hoy en día, un Estado restringido a sus funciones
esenciales, libertad para producir, trabajar, comerciar y circular…”.
El grado cero del reduccionismo
estatal, las funciones del estado del señor presidente se restringen a
“producir”, “trabajar” y “comerciar”, resulta particularmente novedoso lo de
“circular” ¿tendrá que ver con no hacer paros, ni piquetes, ni protestas, ni
reclamos que puedan afectar la circulación de la “gente de bien”?
Lo que propone el señor
presidente es un estado con autómatas al servicio íntegro del capital, con
individuos/máquina que produzcan para el capitalismo y la mayor acumulación de
la riqueza en pocas manos.
Para ese modelo necesita una
escuela pública al servicio de todo el funesto andamiaje, que ya estaba en
marcha, pero que sus políticas de shock lo exponen salvajemente.
Está clara la colonialidad del
poder y su devoción por los imperialismos, inglés y estadounidense, como lo ha
marcado nuestra historia, justamente con las preferencias de Juan Bautista
Alberdi por lo europeo y Domingo F. Sarmiento por los Estados Unidos.
El discurso de Plaza San Martín
es una clara reivindicación a las Fuerzas Armadas desde la perspectiva
negacionista, que intenta poner en duda lo que es cosa juzgada. Eso es adoctrinamiento.
La apelación a Roca como “el
padre de la Argentina moderna”, es la reivindicación del genocidio perpetrado
sobre los Pueblos Originarios. Roca no batalló contra el enemigo extranjero,
exterminó a los aborígenes, los que habitaban desde el inicio; funcionó como un
verdadero colonizador, actuó para el imperio.
Aquellos que habían sido
derrotados en las llamadas invasiones inglesas 1.806 y 1.807 y que
esa gesta marcó el camino de los revolucionarios hacia 1.810, fue traicionada
por la llamada generación del 80.
Por supuesto que todo proceso
histórico es objeto de debate, pero hay determinadas conceptualizaciones que
son inevitables, la decisión de la lucha es contra el invasor, pero como ha
sucedido en este país, históricamente y también en Latinoamérica, siempre están
las elites apropiadoras del territorio que han utilizado a las fuerzas
militares como brazo pretoriano en resguardo se sus propios intereses, haciendo
el adoctrinamiento de los integrantes de esas fuerzas e imponiendo su
plan económico y sus valores de clase como universales. Eso, también, es adoctrinamiento.
Así que bienvenida esta desigual
“batalla cultural”, porque usted, señor presidente tiene todo el
aparato del Estado para ejercitar todas las formas de represión imaginables,
físicas y simbólicas; de todas maneras somos muchxs, los que no nos vamos a
dejar “adoctrinar” por el avasallamiento cotidiano, ni por las
“transcripciones” de su lenguaraz con su delirante “0800 denuncie un
docente”, porque la población sabe, que son lxs docentes de las escuelas
públicas desfinanciadas, lxs que todos los días afrontan la aventura de
enseñar, en un contexto en el que vivir, para millones de habitantes es
una odisea, con más del 60% de niñxs y adolescentes sumidos en la pobreza
profundizada por sus fuerzas del cielo.
No se trata de “adoctrinamiento”
escolar; se trata de adoctrinamiento gubernamental.
Fuente: https://tramas.ar/2024/04/06/el-adoctrinamiento-es-la-pedagogia-del-opresor/
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