Este libro contiene algunos ensayos para estudiar distintas formas de explotación de unos hombres por otros. El orden en que aparecen publicados es precisamente contrario al orden en que fueron
redactados (primera y segunda parte). Un lector deseoso de seguir el
proceso de la investigación tendrá que leer primero el último ensayo, y
así sucesivamente hasta llegar al primero; un lector que dude sobre las
posibilidades de una investigación científica de la explotación, entrenado o propenso por alguna circunstancia al empirismo y la operacionalización de los conceptos científicos, deberá empezar por el primero.
El libro está escrito sobre todo para los estudiantes de América
Latina y de aquellos países que han adoptado el falso rigor empirista,
tan estrechamente asociado a las ciencias sociales predominantes hoy
en Estados Unidos. También está escrito para quienes se quedan en los
slogans y las palabras pomposas del marxismo ortodoxo y dogmático,
renunciando a las grandes tradiciones que el propio marxismo tiene de
investigación científica de alto nivel, que siempre ha complementado y
acompañado a la investigación militante.
Estos ensayos tienen algunos antecedentes más lejanos, que
constituyen el leitmotiv de la investigación: el juego de las distintas formas de explotación del hombre por el hombre, de las clases y el colonialismo. El ensayo sobre “El colonialismo interno” –publicado hace
años– ha sido ligeramente corregido. El ensayo sobre “El desarrollo del capitalismo en los países coloniales” es la versión definitiva de un viejo
borrador de 1959, destinado a un libro que quedó inédito, escrito cuando existía el Tercer Mundo.
De este último ensayo partimos a una exploración simultánea
y a un intento de profundización, en problemas cuyas soluciones nos
parecían demasiado ambiguas y forzadas.
Al mismo tiempo tratamos
de dominar y expropiar algunas técnicas básicas de la investigación
empirista, cuya utilidad nos fue particularmente demostrada, cuando vimos cómo la propia teoría de los conjuntos, con formalizaciones
matemáticas por demás elementales, nos precisaba algunos problemas
históricos, a modo de una inteligencia separada de la nuestra y que la
nuestra nunca habría alcanzado a precisar. En ello vimos la utilidad y
la enajenación que las matemáticas pueden tener para el investigador,
y avizoramos la necesidad de que las nuevas generaciones de investigadores tengan una preparación aún más profunda en historia y matemáticas, con la certeza de que éstas no son sino un instrumento simbólico
cuya utilidad y sentido sólo se demuestran con el conocimiento histórico y político.
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