Para
cumplir con este “objetivo”, se organizó un aparato de espionaje dentro de las
escuelas –infiltrando estudiantes, colocando en los cargos directivos agentes
de las fuerzas de seguridad, logrando la “colaboración” de docentes y
estudiantes- para detectar y delatar a quienes fueran opositores a los
lineamientos educativos planteados por la dictadura y, a partir de esos datos,
incorporarlos en las llamadas “listas negras”. En
el año 1977, la dictadura militar publicó el documento Subversión en el
ámbito educativo (Conozcamos a nuestro enemigo) y lo distribuyó en los
colegios del país al inicio del ciclo lectivo del ’78, siendo de lectura
obligatoria para los docentes. A su vez, desde el Ministerio de Educación y Cultura, se gestó la “Operación
Claridad”. Se trataba de un plan a través del cual se pretendía identificar a
los opositores al régimen en el ámbito cultural y de lograr la propugnada
articulación entre libertad individual y colectiva a través del orden. Los
integrantes de “El Proceso” se sentían amenazados por las ideas y proyectos extranjerizantes,
por eso, buscaron restaurar los valores occidentales y cristianos y erradicar
toda concepción ideológica que no fuera afín a esos contenidos.
Los
sucesivos ministros -Bruera, Catalán, Llerena Amadeo, Burundarena y Liciardo- entendían
que el ámbito de la cultura y la educación eran los más adecuados para que la
subversión pudiera realizar su trabajo de captación ideológica. Por esa razón,
trataron de ejercer un control estricto de esos dos ámbitos a partir de la
producción de materiales que revelaran el accionar del enemigo y orientaran a
los integrantes de la comunidad educativa para encarar la lucha contra él. La
Resolución 538/77 firmada por el ministro Juan José Catalán expresaba que entre
los Propósitos y los Objetivos Básicos del Proceso de Reorganización Nacional
se encuentra:
“[…]
la erradicación de la subversión en todas sus formas.
[…] la vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino y la conformación de un sistema educativo acorde con las necesidades del país, que sirva efectivamente a los objetivos de la Nación y consolide los valores y aspiraciones culturales de ésta”.
[…] la vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino y la conformación de un sistema educativo acorde con las necesidades del país, que sirva efectivamente a los objetivos de la Nación y consolide los valores y aspiraciones culturales de ésta”.
En
consonancia con lo expuesto resolvía:
“El
folleto titulado “Subversión en el ámbito educativo (Conozcamos a nuestro
enemigo)” se distribuirá en todos los establecimientos educacionales […]”
Fuente: cen7.wordpress.com
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