sábado, 19 de mayo de 2018

Shakespeare y Goethe sobre el dinero


Shakespeare describe muy bien la naturaleza del dinero. Para comprenderlo, comencemos por la explicación del pasaje de Goethe.* Lo que existe para mí mediante el dinero, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, yo lo soy: yo, el poseedor del dinero mismo. Tan grande como sea la fuerza del dinero, es mi fuerza. Las virtudes del dinero son mis virtudes y mi poder, lo de su poseedor. Lo que soy y lo que puedo no está de ningún modo determinado por mi individuo. Soy feo, pero puedo comprarme la mujer más bella. Así pues, no soy feo, porque el efecto de la fealdad, su fuerza repulsiva, es anulada por el dinero. Soy —mi individuo es— cojo, pero el dinero ¡me procura 24 pies!; así que no soy cojo. Soy un mal hombre, deshonesto, sin conciencia, sin espíritu, pero el dinero es honrado; luego, su posesor lo es igualmente.


El dinero es el mayor bien, luego su posesor es bueno; el dinero me ahorra la pena de ser deshonesto, luego se me supone honesto; estoy desprovisto de espíritu, pero el dinero es el espíritu verdadero de todas las cosas, ¿cómo va a estar desprovisto de espíritu su posesor? Y además, puede comprarse personas espirituales, ¿no es más espiritual que lo más espiritual? Yo, que gracias al dinero, puedo todo a lo que aspira un corazón humano, ¿no tengo en mi posesión todos los poderes humanos? Mi dinero ¿no transforma todas mis insuficiencias en su contrario? Si el dinero es el lazo que me liga a la vida humana, a la sociedad, a la naturaleza y al hombre, ¿no es el lazo de todos los lazos? ¿No puede anudar y desanudar todos los lazos? ¿No es por esto mismo el medio universal de separación? Es la verdadera moneda divisionaria, así como el verdadero medio de unión, la fuerza galvanoquímica de la sociedad.

Shakespeare anota sobre todo dos particularidades del dinero:

1. Es la divinidad visible, la transformación de todas las virtudes humanas y naturales en su contrario, la confusión y la falsificación generales de todas las cosas; reconcilia a los inconciliables.
2. Es la prostituta universal, el entremetido universal de los hombres y los pueblos. El trastorno y la confusión de todas las cualidades humanas y naturales, la fraternización de los imposibles —la potencia divina— del dinero, se basan en su esencia, en tanto que esencia específica del hombre hecho extranjero, que aliena y se aliena. Es el poder alienado de la humanidad.

* Marx alude a dos párrafos de Fausto y de Timón de Atenas, que ha citado anteriormente.

Fuente: Karl Marx: Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, pp. 145-146

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